Para el resto del mundo, eran
solamente árboles, bancos, zonas de hierba, monumentos y fuentes. Un lugar
donde pasar los domingos en familia, donde dar largos paseos, donde dar largos
paseos o simplemente desconectar.
Pero para ellos era mucho más.
Era el telón de fondo de sus historias. Era el telón de fondo de sus amores.
Era el escenario, donde representaban juntos la obra más importante de sus
vidas, entre actos de besos, entremeses de caricias, terminando en un aplauso
de abrazos.
Los bancos eran su refugio, eran
el templo de sus besos, eran el santuario de sus caricias. La hierba era el
mullido lecho, donde entregarse a sus amores.
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