Con los primeros rayos de sol, al amanecer, el
carpintero Resino, el pájaro carpintero del bosque Hu- Hu, se desperezaba en su
nido, en el tronco de un viejo pino donde vivía con la señora Resina, y el
pequeño pájaro carpintero, Serrín.
Resino venía de una familia de carpinteros. Su padre fue
carpintero. Su abuelo fue carpintero. Su bisabuelo fue carpintero. Su
tatarabuelo fue carpintero. Su tataratatarabuelo fue carpintero…. Bueno, ¿os
hacéis una idea no?
Pues bien, Resino tenía el nido más hermoso de todo el
bosque. Tallado con paciencia, picotazo a picotazo, era la envidia de todo el
bosque. Siempre que llegaba un nuevo
inquilino al bosque, pedía los servicios de Resino, que raudo acudía a su
encuentro, y le preguntaba, cómo quería que fuera su hogar, cómo quería que
fuera su morada.
Elegían el mejor lugar de todo el bosque. Que si una
profunda cueva para los osos, que si un pino para los pájaros, que si un nido
con vistas a las montañas para una golondrina, que si una acogedora madriguera
para una familia de zorritos. El talento de Resino, no conocía de límites.
En un pis pás. Una ramita por aquí. Un poquito de
barro. Una parada a media mañana para comerse su sándwich de lombrices y vuelta
al trabajo, trinando con alegría.