sábado, 17 de junio de 2017

Tan solo un grano de café #microcafé


Cuando era un niño, observaba siempre con curiosidad esa maceta que mi abuelo tenía en el alféizar de la ventana de su dormitorio.
No es que fuera nada especial. No era nada del otro mundo. Tan sólo una maceta sencilla, de terracota, como las que podían encontrarse en cualquier floristería o vivero. No tenía ningún dibujo, ninguna marca en su superficie, ni siquiera estaba pintada o esmaltada.
Pero ahí había estado siempre esa maceta, ese pequeño tiesto que mi abuelo atesoraba como su más preciado bien.
Yo había ido creciendo y al tiempo que lo hacía, una pequeña planta había comenzado a brotar entre la negra tierra de aquel tiesto, hasta que ya en la adultez, averigüé la razón de ser de la maceta.
Poco después de mi nacimiento, había plantado un grano de café en ese tiesto, simbolizando el comienzo de una nueva vida.
Hoy soy yo el abuelo, quien en mis brazos sostengo el delicado cuerpecillo de mi nieto recién nacido. Y en el alfeizar de la ventana hay una maceta, con un pequeño grano de café que pronto germinará, igual que poco a poco, su vida echará raíces y brotes.

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