miércoles, 12 de agosto de 2015

LOS SUSURROS DE LA NOCHE - I - La novia del cementerio.

Era un joven impetuoso, poco más, de un adolescente, con acné y las hormonas encendidas por la pubertad.
Habían hecho una apuesta con los amigos. Jugando con una botella, que colocaban entre ellos, la hacían girar, sentados en círculo.
Aquel al que señalaba la botella, con su extremo más delgado, le era formulada un pregunta comprometida por aquel que señalaba el extremo más ancho. Debía contestar el señalado, o aceptar el reto que le propusieran.
Y su reto había sido ir al cementerio de la localidad, pasar en él la noche y filmarlo, como prueba de haber completado el desafío.
Con el corazón en un puño, el muchacho, que se había negado, por vergüenza, a contestar a la pregunta, de si ya había dado su primer beso, del que la respuesta era negativa.
Llegó al cementerio, saltó el muro que lo rodeaba, con la respiración agitada y caminó entre las tumbas. Hileras de nichos, con el yeso aún fresco, tumbas olvidadas, presa del musgo y la hiedra.

Caminó por el cementerio, entre las tumbas, leyendo los nombres, las fechas, ajenas, anónimas.
Al cabo de un rato, se sentó con la espalda, apoyada en una de las tumbas y sacó la videocámara de su funda.
Empezó a grabar unos minutos, guardó la cámara, dejándola a su lado, y respiró profundamente el aire nocturno, cerrando los ojos.
Cuando los abrió, el corazón quiso salírsele de la boca. Frente a él, había una figura espectral, gris, de una joven muchacha, de no más de 23 o 25 años, vestida con un vestido de novia.
El muchacho quiso gritar, quiso huir, pero las palabras, morían en sus labios, en su garganta atenazada, enmudecida.
La dama, se inclinó hacia el muchacho, tomó su rostro entre sus espectrales manos, cerró los ojos, y fundió sus fantasmagóricos labios, con los del muchacho.
Aquel joven.... nunca olvidaría su primer beso, esa noche, en el cementerio.





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