Tras
la ventana de la habitación, sin siquiera moverse del lecho, contemplaba la
lluvia repiqueteando con su ritmo tranquilo sobre los cristales de su
dormitorio.
Miró
el reloj, asustándose por un instante al ver la hora que era, pero recordó al
momento que era domingo. Nadie le esperaba fuera del cálido refugio de las
sábanas.
Se
giró en la cama, rodeado a su enamorado entre sus brazos, apoyándose sobre su
pecho desnudo, dejando que su respiración la acunara, volviendo poco a poco, a
quedarse dormida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario