domingo, 16 de agosto de 2015

LOS SUSURROS DE LA NOCHE - II - Te amaré en la muerte.

Él era un soldado, reclutado, llamado a levas para ir a una guerra que no era la suya, a una guerra que nada le importaba, una guerra que ni le iba ni le venía, como todas las guerras.
Tenía apenas 20 años, barba lampiña, sueños de ser maestro de escuela, al que un tiro de los Nacionales segó su vida en la batalla del Ebro, allá por mediados, del pasado siglo.
Ella, era una enfermera, de un hospital de campaña. Veía la muerte cada día. Los cuerpos sanguinolientos de jóvenes y mayores, que caían en el combate, algunos con un parter noster en los labios, otros con una foto arrugada, de la novia o la madre, estrujada en la mano agarrotada en el rigor mortis.
Le dieron una noche la noticia de la muerte. Que una bala perdida, que ni siquiera le era destinada, había desparramado su savia vital en la tierra madre.
Alejándose del campamento, tras agradecer la amarga noticia al malhadado emisario, se alejó en dirección a un árbol, yerto, retorcido, muerto en la linde de un campo de cultivo.
Con una navaja de afeitar, segó su yugular, susurrando a los pies del árbol.

- Voy a tu encuentro, amor mío.

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