Y aquí surge una idea
fundamental. En no pocas ocasiones, estudiantes cuya aspiración era estudiar
medicina, ya que la nota media de la selectividad no alcanzaba a la
calificación necesaria para poder realizar dichos estudios, se decantan por
estudiar enfermería que para muchos de ellos, es "el plan B", la
"opción de segunda".
Y me asalta el mismo miedo, que
cuando un estudiante dice querer estudiar Magisterio, "porque es una
carrera fácil", "por hacer algo" y otros argumentos manidos. Y
la palabra VOCACIÓN se quedaba cogiendo polvo en el tintero.
Cualquiera con dos dedos de
frente, que haya pisado un centro de salud o un hospital, no ha más que mirar a
su alrededor, para darse cuenta, de hasta que punto, las funciones y aptitudes,
para el ejercicio de la medicina y la enfermería son dispares. De ahí, la
soberana absurdez que es el rechazo de plano al RD sobre la prescripción en enfermería.
A un médico, no se le exige un
trato cuasi constante con el paciente. No se le exige escuchar- No se espera de
él que aporte consuelo y empatía con el paciente. No se espera de él que vele
por los cuidados que cualquier enfermo necesita en su ingreso en el hospital.
Su labor se cierra a la diagnosis, la prescripción allá donde la formación
enfermera no alcanza y los tratamientos que a ellos corresponde realizar.
La labor de un enfermero, va más
allá, de los conocimientos estrictamente médicos, estrictamente vinculados al
campo médico, cubriendo un fundamental espectro de competencias, al que los
médicos ni siquiera han de aproximarse. ¿Es mucho pedir, acaso, conceder a los
enfermeros/as de éste país, el reconocimiento legal, que les permita realizar
dignamente funciones para las que están sobradamente capacitados? Yo creo que
no.
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