Todas sus cartas, todos sus
correos electrónicos, todo lo que tantas y tantas veces habían escrito,
igualaría probablemente en extensión a varias novelas juntas, pero esa su
historia, solamente suya, que nadie conocería jamás.
Esa historia, en la que línea
tras línea quedaba inmortalizada, era sólamente suya, sólamente para ellos, esa
su amor, esa maravillosa historia, que sólamente ellos conocían, y aunque no
ocupara las estanterías de librerías de todo el mundo, sería la historia más
maravillosa escrita jamás.
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