miércoles, 2 de septiembre de 2015

LOS SUSURROS DE LA NOCHE - VII - Seducción mortal.



Acababan de conocerse. No sabía nada de ese extraño hombre. Sus ademanes eran algo anticuados, como si perteneciera a otra época.
Vestía de forma clásica, pero elegante, distinguida, como la de alguien acostumbrado a vivir entre lujos y riquezas.
La había abordado en aquel retirado pub, que pocos conocían. Aunque ella era clienta habitual, nunca había reparado en su presencia.
Habían bailado toda la noche, pero el hombre misterioso, no había bebido nada. Ni una cerveza, ni una copa de vino.
Sentía sus manos gélidas cuando la tocaba, pero sus ojos, esos ojos, la atrapaban como un cepo, que no la liberaba, como si la atara a él, a la extraña presencia de ese hombre.
Tenía unos ojos carnosos, rojos de un vivo carmín, moría en deseos de besarle.
El hombre la acompañó a su alcoba, besándose con ardor en el camino, hasta la habitación, donde arrancó su ropa con una fuerza inusitada, impropia de un ser humano de su complexión estilizada.

El cuerpo desnudo de la dama, quedó exánime, entre los brazos de aquel siniestro hombre, mientras hacían el amor de una forma brutal, despiadada, animal.
En pleno éxtasis, el hombre comenzó a besar el cuello de la dama, haciendo que un estremecimiento gélido le recorriera todo el cuerpo.
Hasta abrir su boca, rodeando con sus labios en cuello herméticamente. Cuando la dama quiso sentir el tacto de sus colmillos hundiéndose en la vena, era demasiado tarde.
La bestia, la sujetaba con fuerza, impidiendo que se moviera, bebiendo su savia vital con fruición, con voracidad, desparramando la sangre de la mujer, entre estertores agónicos, empapando las sábanas blancas del lecho, goteando hasta el suelo.








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