Buenas noches mi amor - dijo ella,
escribiendo la primera línea de la que sería una extensa carta.
Sentada a su escritorio, contemplaba la
luz de la luna filtrarse por los ventanales, iluminando la superficie de madera
de sus escritorio.
Deslizaba la pluma estilográfica,
rasgando el papel, palabra a palabra, línea a línea, en la que confiaba, a ese
emisario, de tinta y papel, que llevara, dentro uno o dos días, sus sentimientos,
a su enamorado.
Cuando la terminó, la dobló
cuidadosamente, la introdujo en un sobre. Perfumó un pañuelo de papel doblado
con su colonia, y lo introdujo en el sobre, con cuidado de la humedad del
perfume no emborronara la tinta.
Humedeció el pegamento del borde con su
saliva, sellando el sobre, que remató, repasando con carmin sus labios, para
estampar, a modo de firma, sus labios en el cierre del sobre.
Al terminar, se acostó, dejando a
su lado en el lecho, un hueco, para que
su enamorado, aunque fuera en sus sueños, se acomodara a su lado.
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