- Buenos días princesa - dijo él, sentándose al borde
de la cama.
Era el día de la boda de su hija, y era hora de
despertarla, para que se preparara para el día más feliz de su vida.
La joven se despierta, sonríe a su padre desde el
lecho, le da un beso en la mejilla y se levanta. El hombre le da un apretón de
manos, para infundirle ánimos.
Parecía mentira como habían pasado los años, como su
niña se había hecho mujer.
Había sido la suya una relación difícil, pero al fin
el día había llegado. Tras los largos años de espera, hasta que las condiciones
fueran propicias, para dar ese paso con su enamorado.
Y al fin ese día había llegado, y hoy acompañaría a su
hija del brazo al altar.
Mañana, sería su enamorado, en una habitación de un
hotel de Capri, quien la despertaría, con un beso, y un "buenos días
princesa".
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