viernes, 20 de noviembre de 2015

12 cuentos para el invierno - I- Amor en la fría nieve



Los dos enamorados, habían decidido, aprovechando el puente de Todos los Santos, en que libraban de su trabajo, para pasar unos días juntos a solas, lejos de sus habituales obligaciones, estrés y preocupaciones, de acampada en un bosque, a varios kilómetros de la ciudad.
Empacaron en la mañana en el maletero de su turismo amarillo, la tienda de campaña, las neveras y bolsas con las provisiones, el material de acampada, unas buenas mantas y demás cosas que necesitarían.
Miraron la predicción del tiempo. A pesar de las bajas temperaturas propias de la estación, preveían que serían días de sol y de buen tiempo.
Condujeron juntos, hacia la salida de la ciudad, en dirección al bosque que habían escogido como lugar para su acampada, dejando el coche en el límite del mismo, medio oculto entre algunos árboles y se repartieron la carga entre los dos, adentrándose por las estrechas sendas del bosque, buscando un claro, cerca de un lago, en el corazón del bosque, donde preveían montar su campamento para pasar los próximos días juntos.

Tras una breve caminata, encontraron el lugar que estaban buscando, un retirado claro, entre los robles, a pocos metros de un pequeño lago de montaña, de donde podrían conseguir agua para beber y cocinar.
Descargaron sus pertrechos en un pequeño montoncito y se dispusieron juntos a montar las tiendas, entre risas, bromas y besos, antes de pasear por el bosque, en busca de ramas y hierbas secas en abundancia con las que encender una buena fogata con la que entrar en calor y cocinar su cena.
Con los últimos rayos del día, los dos enamorados tenían montado su campamento, pusieron una olla en la hoguera y prepararon una sopa, que disfrutaron juntos, acurrucados bajo una mantita, al amor de la lumbre.
Terminada la cena, abrazados, a la luz de las llamas, el enamorado contaba a su amada, historias de amor, entre besos y tiernas miradas.
A medida que se cernía la noche, pequeños copos de nieve, que poco a poco se hacían más densos, empezaban a caer, por lo que los dos enamorados, se refugiaron en la tienda de campaña para pasar la noche, abrazados para darse calor en el saco de dormir.
Al amanecer, cual no fue su sorpresa, al verse enterrados por la nieve, teniendo que abrirse paso entre la masa blanca, para poder salir de la tienda.

Recuperaron como pudieron sus cosas y la tienda. Con una nevada tan fuerte, no podían quedarse allí, debían volver al coche y emprender el regreso. Su escapada romántica, parecía haberse ido al garete.
Regresaron junto al coche, pero éste, enterrado por la nieve, quedaba embarrado, y no podían salir, hasta que el terreno se secara un poco. Incluso si venía una grúa, le costaría horas y horas llegar al lugar, y corría el riesgo de embarrarse también.
Necesitaban encontrar refugio, donde pasar las horas, y quizás otra noche, antes de que llegara la ayuda, pero, ¿dónde?
Caminaron juntos por el bosque, buscando un lugar donde montar de nuevo su campamento, cuando dieron con una cabaña de troncos, devorada por la maleza, que probablemente hace mucho tiempo ocupó algún cazador o un guarda forestal. A pesar de lo dañada que estaba, el interior estaba resguardado, conservaba algunos sencillos muebles, utensilios de cocina, e incluso latas de conserva, que aún no habían caducado.
Los dos enamorados, quedaron en aprovechar la cabaña para resguardarse. Encontraron unas velas en un cajón, que encendieron. Sacaron una sencilla vajilla, y había incluso una polvorienta botella de vino, que descorcharon. Encendieron la chimenea, calentándose con un agradable fuego.
Un brindis, un TE QUIERO, y ninguna prisa porque vinieran a rescatarlos.

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