A veces no hace falta
más que una simple taza de café, para dar origen, a la historia más grande, a
la historia más maravillosa.
Entorno a una taza de
café, se pueden contar historias, se pueden idear grandes proyectos, se pueden
escribir las más grandes novelas.
Una taza de café puede
ser sencillamente el inicio de un nuevo día o una pausa de tranquilidad en el
trajín de la jornada, a veces simplemente un café de máquina en una esquina de
la oficina, a veces un café en la cafetería donde se discuten grandes negocios.
Una taza de café,
sencillamente una taza de café, en la terraza de un bar, en una habitación de
hotel, en la cafetería de Paco en tu barrio o en esa cafetería con ya solera
tras de sí.
Un café sólo. Un café
aguado. Un café bien caliente que aún quema en la lengua. Un café con hielo. Un
cortado. Un capuchino. Un café irlandés. Un carajillo. Un café bombón
Un café expreso. Un
café con una nube de nata.
Sencillamente, una taza
de café. ¿O quizás no? ¿Quizás sea algo más?
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