lunes, 18 de julio de 2016

Con una taza de café - Segunda taza

Despertó esa mañana con un portentoso bostezo. Un olor a adolescencia y a sudor en las sábanas de su estudio.
Había dejado la cafetera preparada en la noche, para que cuando nada más despertar en la mañana, fuera simplemente pulsar el botón para que el olor a café inundara la estancia.
Encendió el ordenador de su escritorio, tras servirse una taza de humeante café, negro como el carbón. Abrió el navegador, tecleó su dirección de correo electrónico y su contraseña.
Se llevó la taza a los labios y le dio un generoso sorbo, antes de pulsar el botón, para comentar a escribir un nuevo correo electrónico.
Buenos días mi amor
Nuevamente como cada mañana, cumplía con ese ritual, con su amada. Día tras día, confiaba, más allá de los kilómetros que los separaban, a aquellas pocas líneas, a ese mensajero virtual, los sentimientos del inmenso amor que por su amada sentía.
A la espera, de que al fin un día compartirían una taza de café, endulzada con besos, al fin sin más distancia entre los dos.




martes, 12 de julio de 2016

Con una taza de café - Prologo



A veces no hace falta más que una simple taza de café, para dar origen, a la historia más grande, a la historia más maravillosa.
Entorno a una taza de café, se pueden contar historias, se pueden idear grandes proyectos, se pueden escribir las más grandes novelas.
Una taza de café puede ser sencillamente el inicio de un nuevo día o una pausa de tranquilidad en el trajín de la jornada, a veces simplemente un café de máquina en una esquina de la oficina, a veces un café en la cafetería donde se discuten grandes negocios.
Una taza de café, sencillamente una taza de café, en la terraza de un bar, en una habitación de hotel, en la cafetería de Paco en tu barrio o en esa cafetería con ya solera tras de sí.
Un café sólo. Un café aguado. Un café bien caliente que aún quema en la lengua. Un café con hielo. Un cortado. Un capuchino. Un café irlandés. Un carajillo. Un café bombón
Un café expreso. Un café con una nube de nata.
Sencillamente, una taza de café. ¿O quizás no? ¿Quizás sea algo más?


Con una taza de café - Primera taza



Le despierta el aroma a café en el ambiente, junto con los primeros rayos del sol que se cuelan por la ventana del dormitorio.
Se notaba la boca aún pastosa del alcohol de la noche anterior. En las sábanas grises y arrugadas de la cama de matrimonio un olor a mujer.
Sobre la mesilla, un fajo de billetes, con una nota de agradecimiento, firmada con un beso de unos labios llenos de carmín.
De la mujer no queda ni rastro. Sólo su olor y las prendas íntimas desparramadas por el suelo de la estancia le recordaban lo que esa noche había pasado allí.
Una soltera adinerada, demasiado ocupada en su propio trabajo como para tener una relación seria, que pagaba por un poco de cariño.
Mientras saboreaba la taza de café, despojándose de los restos de sueño que aún se aferraban a su mente, sacó su móvil y llamó a la agencia. No podía seguir haciendo ese trabajo. Se había enamorado de aquella mujer.
Con un post-it, le escribió un TE QUIERO a su clienta, ante de salir por la puerta, mientras se abrochaba la camisa

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