domingo, 6 de noviembre de 2016

Con una taza de café - Undécima taza






Fuera amanecía una lluviosa mañana de domingo, a principios de noviembre de un año cualquiera.
Despertaba la joven perezosamente en su lecho, entrelazada con las sábanas con las que había formado una especie de crisálida contra el frío del exterior.
Sin molestarse en peinarse ni cambiar su pijama, se calzó sus zapatillas de estar por casa de color azul, caminó hacia la cocina y se preparó una humeante taza de café, con un portentoso bostezo.
Se echó un generoso chorro de nata para completar el café, acompañándolo de una pastilla de chocolate y una galletita, espolvoreando canela por encima.
De camino al dormitorio, se detuvo frente las estanterías del salón, deslizando los dedos sobre el lomo de las obras literarias, escogiendo una de ellas con una sonrisa de satisfacción.
Regresando al lecho, se acurrucó junto a su amado, que aún dormía plácidamente, le depositó un suave beso en la mejilla y se dispuso a abandonarse al placer de la lectura, saboreando su café plácidamente.
Al pie de la portada, estaba escrito el nombre de su amado. Era una de las muchas historias que ella le había inspirado.

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