miércoles, 12 de octubre de 2016

Con una taza de café - Décima taza



Nuevamente tenía que madrugar, nuevamente un día más en la rutina de su semana como profesor, teniendo que ir a impartir sus clases.
Lavado, peinado y vestido, bajó el joven a la cocina de su casa. Puso la cafetera eléctrica en marcha, tras añadir el agua y el café y dejar preparada su taza roja de cerámica con tapa, que se llevaría al trabajo.
Mientras el café se preparaba, el joven se sirvió el tazón de leche, con una pizca de cacao en polvo, al que dio un golpe de calor en el microondas.
De la nevera, abrió una caja de miguelitos, unos suaves pasteles de crema y hojaldre. En la puerta de la nevera, un tarro de confitura de coco.
Sacó los cereales y el paquete de galletas. Un nutritivo y abundante desayuno antes de empezar su jornada.
Pero miraba a su diestra y le faltaba lo más importante. Le faltaba ella, su amada, a su lado. Y todos aquellos pequeños objetos, todos aquellos alimentos cotidianos, eran pequeños fragmentos de recuerdos, de los desayunos compartidos  hacía apenas dos semanas con ella, que ahora de nuevo estaba lejos de él.
Maldecía, conteniendo las lágrimas, cada kilómetro que la separaba de ella.


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