I
- Mamás y “guasaps”
Dos excesos deben evitarse en la
educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura.
Labor de los padres y madres de
sus adorados y bien amados retoños, vástagos, frutos de sus entretelas, es
educarlos, enseñarles lo necesario para la vida (y tal vez un par de
inutilidades y malos vicios en el proceso también), y cómo no, arroparlos,
protegerlos y cuidarlos (malcriarlos “una miaja” también), hasta que sus
pequeñas crías estén listas para abandonarse a la crueldad del mundo exterior
lejos de la seguridad del marsupio de mamá.
Y es de todos sabido, que los
niños y niñas, por supuesto, son tan rematadamente inútiles (háganme el favor
de percibir el sarcasmo) que son incapaces, ¡inocentes angelitos!, de tan
siquiera tomar un bolígrafo, lápiz y un trozo de papel, agenda o cualquier
artefacto en el que puedan tomarse notas (aunque desaconsejamos vivamente el
uso de tablillas de cera o cerámica) y anotar en ellos, aquellos exámenes,
trabajos, deberes… o cualquier otra forma de refuerzo y evaluación del
aprendizaje (entiéndase: forma de tortura china ancestral amoral y cruel con la
que los docentes nos regodeamos torturando sin piedad ninguna a los alumnos/as.
Repito: percíbase el sarcasmo).
Pero ahí están, esas sufridas y
devotas madres, que hacen hacer el “guasap”, cuando nos son sus vástagos
quienes lo hacen personalmente y con total despreocupación, fiándose de la
memoria de sus compañeros/as de clase, que de seguro, alguno se habrá tomado la
molestia de enterarse.
¿Se ha enterado Manolito de los
deberes de mates? ¿Para cuando es el examen de lengua? ¿Me pasas una foto de la
ficha de natus que Paquita se la ha dejado en clase? Por cierto el martes
quedamos para hacernos la manicura francesa que mi Paco me lleva de celebración
de aniversario.
Parece como si que el niño o niña
en cuestión tuviera que asumir la responsabilidad de sus actos fuera el más
atroz de los pecados. Todo con tal de que su adorado hijito no se lleve una
merecida reprimenda del docente en cuestión. (Mentira, en realidad llevamos a
los niños que no hacen los deberes al sótano donde les hacemos copiar el
Larousse ilustrado página a página sin descanso).
Parte de la educación es aprender
a asumir responsabilidades, a saber organizarse y cumplir con lo de él se
espera. Si las mamás de Manolito y Paquita no asumen que es deber de sus hijos
el preocuparse por sí solos de lo que para su edad, no es ninguna
responsabilidad añadida ni con la que no puedan cargar, ¿cómo podemos esperar
que los niños lo hagan?
Pero bueno, humanun errare est….
(Para los de la LOMCE:
“Equivocarse es humano”).
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