Hacía una pausa, en las
interminables horas de trabajo en la academia donde ejercía su labor como
docente, para tomarse una taza de café y una barrita de cereales.
Ese ritual, le indicaba
que estaba en el ecuador de su jornada de trabajo, que al menos, le restaban
algunas horas menos, para poder ver su amada, para poder escuchar su voz, para
poder sentirla un poco más cerca de él, aunque fuera con una pantalla de
ordenador de por medio.
En su muñeca izquierda,
las pulseras, llenas de recuerdos de los momentos compartidos junto a su amada.
En el reloj, el lento discurrir de las horas sin ella, como si ese trozo de plástico
negro se mofara de él, cada vez que lo miraba.
Sobre su cuello, el frío
tacto metálico piel con piel, del colgante en forma de medio corazón, con el
nombre de su amada grabado en él, de alguna forma le hacía sentir, que la tenía
un poco más cerca de él, que un pedacito más de ella, le acompañaba donde
quiera que fuera.
Tomó en ese momento su
teléfono móvil, abrió la aplicación Whatsapp, y pulsó en el chat de su amada,
apenas unos segundos el botón de grabación.
- Te quiero – dijo tan solo esas dos palabras.