Eran fechas, en las que muchos, celebraban las Navidades rodeados de sus familiares, de sus seres queridos, de sus amigos, de sus parejas…
Pero había quienes tenían
que seguir adelante, quienes no podían detenerse en su trabajo, por todos
aquellos para los cuales esas fechas no serían precisamente de celebración, por
una salud quebrada.
Era una enfermera, una de aquellas, que debían
seguir realizando su trabajo en esas fechas tan festivas, con turnos
interminables, donde las pausas y descansos eran un lujo.
Pero en una de esas pausas, cuando tomaba un vaso de
café de una de las máquinas expendedoras del hospital, tratando de paliar a
golpe de cafeína el creciente sueño que tras las largas horas de turno de noche
empezaba a apoderarse de ella, sintió una presencia tras ella.
Ahí estaba su novio, su amado, con una caja de
dulces navideños bajo el brazo y un termo de chocolate caliente en las manos,
con un gorrito que representaba a Papá Noel de cintura para abajo, con las
piernas y sus botines negros hacia arriba.
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